Existen instantes en los que contemplamos nuestra parte más oscura y, en seguida, nos desenfocamos de este momento por miedo a adentrarnos en esos rasgos de persona humana que no nos gusta, y que los vemos reflejados en los demás siendo ellos rechazados por nosotros.
La parte oscura la tenemos todos en mayor o menor grado porque partimos de la premisa que somos la misma especie; Ser Humano. Un ser que viaja con su máscara o personaje a cuesta a lo largo de nuestras experiencias de vida. Atendemos, sobre todo, a nuestros buenos actos y nos aplaudimos por ellos, e incluso pretendemos que nos lo valoren los demás buscando así el reconocimiento y la “medalla” por ser una “buena persona”.
Nos presentamos a nuestro entorno social con nuestras características o actitudes más buenas, desde la creencia que son éstos los que nos van a dar más oportunidades de agradar a los demás; son los valores buenos. Desde este punto, somos inconscientes que son creencias basadas en comportamientos socioculturales, en patrones del pasado de nuestra familia que vamos repitiendo, en actitudes propias del pasado que nos funcionaron, etc. Es aquí donde podríamos hacer una gran reflexión de los valores que se consideran buenos y los que se consideran malos; ¿quién los clasifica?
De esta manera vamos aprendiendo a lo largo de nuestra vida a ocultar esta parte más oscura que todos tenemos, porque podrían ser comportamientos o ideas juzgadas socialmente por nuestra familia o amigos, y sería un motivo importante para el rechazo. Pero la realidad es que vivimos muchas situaciones en las que nuestra parte más oscura toma el timón de nuestra vida, y surgen comportamientos desagradables para los demás, que chocan con lo considerado como “bueno”.
Está claro que no somos conscientes que todos tenemos matices oscuros dentro de nuestra personalidad y que el remedio más efectivo es indagar en ella para aceptarnos desde el amor, comprensión, aceptación y compasión. Evidentemente que podemos ir moldeando estos rasgos a lo largo de nuestra experiencia de vida, con honestidad podemos ir aclarando nuestra zona más oscura. Se trataría de enfocar más luz en todos aquellos comportamientos más oscuros para que se vayan atenuando. Puede que llegue un momento en el que nuestro personaje con rasgos que escondemos pues vivir con más rasgos o valores positivos, que le llenen de más amor, libertad y serenidad.
La oscuridad se convierte en luz cuando ponemos todo nuestro amor desde el Ser que somos todos, desde nuestra esencia universal; es ahí donde nuestra parte oscura se desvanece por momentos que parecen una eternidad, y así es desde el Ser.
Mar
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