Ella se ha ido y yo sigo aquí, ahogando y aguantando la pena de saber que no voy a volver a verla.
Se convirtió en grata tarea y alegría el ir a visitarla, a veces sonreía otras me esperaba impaciente, recibía el amor que ella me profesaba y que yo atenta le demostraba.
Cómo te echo de menos madre! Cómo te echamos de menos!
Con tu sabiduría ya de anciana, de haber vivido y caminado toda una vida, aleccionabas a los demás con tu compostura y educación a veces llena de ironía y desparpajo.
Amiga de sus amigas, hacerse de querer era fácil para ella y yo a veces sentía una chispa de celos por la sincera y entregada admiración que de ella sentían, cosas de infancia que no podía evitar.
Te has ido para siempre, tus cenizas con nosotros están pero te siento tan dentro de mi que me reconforta pensar que nunca desaparecerá de nuestras vidas, de mi vida.
Estés donde estés que seguro andarás feliz y dichosa, te quiero con toda mi alma y te llevo justo ahí, al lado del corazón, donde hay un nido especial, en un rincón, tu rincón.
Para siempre tu hija Isabel…te quiero
Isabel Tremosa
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