¿Ya no hay perdón? Yo no sé qué pensar, mi mente cada día que pasa se desmonta y monta como piezas de un puzle que no puedo conseguir acabarlo… me rompo completamente; el puzle de mi vida se desprende pieza por pieza y tiro la toalla, ya no puedo más… me hago cada vez más pequeña, tanto que quiero desaparecer y convertirme en un simple soplo de aire.
Las horas van pasando y las soporto como plomos que cuelgan cosidos a mi propia alma… el rey reloj, imponente esfera blanca y negra, preside estratégicamente todos los ángulos importantes de la planta. Todo se centra en el espacio y el tiempo, dos enormes dimensiones que adquieren proporciones muy íntimas, casi invisibles. Yo permanezco muda y atenta, es un aterrador momento cuando siento que mi lugar, el mejor, es el de aquí, hoy y ahora.
Es duro enfrentarse a tu propia mirada que sólo la percibes delante de ese espejo un poco desenfocado. La otra imagen que me observa aún no la reconozco, no forma parte de mí. Es duro contemplar un vacío que te ahoga y te arrastra.
Yo sé que saldré de ésta, de ésta saldremos, y ojalá que acabe absorbiendo esta vivencia del aquí y el ahora.
Algunos se sienten preparados para irse, y me siento orgullosa por ellos…yo aún no quiero y no puedo ni planteármelo, mis alas de vuelo aún no están preparadas, faltan coserlas con remaches y tuneos. No puedo permitirme más remiendos…
…Hoy conoces nuevas caras con nombre y una historia que contar o confesar quizás. Todo en su momento, mañana despides a otras que se han cosido y ya forman parte de tu íntimo universo…
….promesas futuras, llamadas y encuentros, sí, porque no, todo en su momento.
Pero ahora sigo dentro y las horas pasan y las siento como plomos en mi alma, bien adentro. Y aunque sé que saldré de esta, de esta muchos saldremos, nuestros escurridizos universos regresaran a nosotros con promesas de amarrarlos bien, disfrutarlos día a día, en el hoy, el ahora, en todo momento.
Más despistada que un pulpo en un garaje.
Que cuesta arriba se me está haciendo esta libertad, no paro de pensar en lo bien, lo cuidada y lo a gusto que me encontraba en el hospital, salvaguardada de este exterior que no sé cómo disfrutarlo.
Mi casa ya no es la misma, no estoy a gusto en ella, y lo mismo digo con las personas que ahora están dentro: mi hermano, mi hermana, mi madre. ¡No sé qué hacer, que mierda! ¡No quiero estar aquí! ¿Vuelvo a tener pensamientos suicidas? No sé cómo decirlo, ya empiezo a contar las pastillas, pero sé que la vez pasada no me salió bien y me salvaron. Lo que aprendí allí es increíble, tanto para bueno como para lo malo. No me puedo ni creer lo que se me pasa por la cabeza, tengo un listado de infarto para investigar por internet, las 101 maneras de suicidarte…es acojonante, pero me excita pensar en ello…
Mi hermana está haciendo un excelente trabajo y he comprobado cómo están funcionando las cosas en casa, me hace sentirme bien y mal porque no he podido o no he sabido hacerlo yo…no sé qué hago aquí, no sé qué coño hago viva, no quiero vivir lo que me queda, quiero irme con mi padre, esto es una mierda.
No puedo creerme lo que ya no soy, he cambiado mucho, para mi demasiado. Sentimientos que siempre han sido muy delicados para mí: la honestidad, la generosidad, la transparencia, la ternura,… son demasiados, ¡son todos!!
Eso me abruma mucho, hace que sienta que cada paso que doy, vaya rompiendo con mis pies, trozos de mi misma. Ya no puedo ser la que era antes, ya hace tiempo, pero me he dado cuenta ahora, tanto tiempo desperdiciado de mi vida, negando una evidencia, ya no puedo ser la persona que era antes, han cambiado muchas cosas. Ahora es el momento de reinventarme, momento de reilusionarme e indagar dentro de mí, si aún queda algo sano o latiendo en mi ser interior.
Hago una retrospectiva de mis últimos meses y emergen pensamientos de todas clases: miedos, dudas, falta de autoestima, de confianza. Hago el esfuerzo de no pensar. ¡La vida es tan vasta! Lo contiene todo: la vida, la muerte, el sufrimiento, la sanación y por mis males me entero de que mi cuerpo vive en un constante desequilibrio y no tengo la opción de detenerme. Las oportunidades llegan, sí, un nuevo camino de los que tenemos por empezar, sí, si evito esa responsabilidad está claro que no creceré como persona y es por ello que me lanzo al vacío sin saber el destino que me deparara. Hoy por hoy, puedo afirmar que ha sido la jugada más certera, estoy conociendo en la asociación por la salud mental personas maravillosas que me han recibido con una naturalidad exquisita y me siento tan a gusto.
Es cierto que si cambias la perspectiva de las cosas, se abren ante mí, nuevas posibilidades. Tengo que aceptar la responsabilidad de mi vida ya que nadie puede hacerlo por mí, pero no quiero forzar nada, tengo que ir poco a poco, pasitos de bebé que me digo yo. No quiero cometer los mismos errores que me dejan sin aliento y desanimo.
Ahora tengo un proyecto de vida que me infla y me supone un despertar diferente a los que suelo tener, que están llenos de desidia y soledad. Ahora puedo y quiero realizarme como persona a pesar de los baches que me vaya encontrando…
Isabel Tremosa
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